La ecografía tridimensional (3D) proporciona una reconstrucción realista de las estructuras de la pelvis con imágenes tridimensionales en tiempo real. Es la evolución tecnológica más reciente del ultrasonido bidimensional (2D).

No requiere ninguna preparación previa. La incomodidad del paciente es mínima, similar a la ecografía bidimensional normal. El mejor periodo para su ejecución es la segunda mitad del ciclo menstrual (en fase secretora avanzada), prácticamente unos días antes de la llegada de la menstruación. En esta fase, el endometrio más grueso e hiperecogénico define mejor el contorno de la cavidad endometrial.

En particular, la ecografía tridimensional realiza una evaluación precisa del fondo y la conformación interna del útero. Proporciona información detallada sobre el perfil externo del útero con una alta especificidad y sensibilidad (100%). Le permite identificar con gran precisión la presencia de cualquier anomalía que requiera corrección quirúrgica. Evalúa y diagnostica casos de sospecha de malformación uterina (útero septal, arqueado, bicorne, etc.), miomas y pólipos uterinos que pueden ser causa de aborto, infertilidad de pareja y fallos en las técnicas de reproducción asistida. La regularidad de la cavidad uterina, de hecho, es un factor de absoluta importancia para el establecimiento y continuación de un embarazo que ha surgido espontáneamente o con técnicas de reproducción asistida. Por lo tanto, juega un papel importante en el estudio de la infertilidad de pareja. Ha reemplazado a métodos invasivos como la histeroscopia y la laparoscopia.